Llegado este punto, me pregunto si te será muy difícil plasmar con palabras todo
lo que deseas que sepa.
Difícil. Difícil es que no te estremezcas con ese beso, con
esa caricia tentadora, con esa explosión de luz y calor que os cala los huesos.
Ordenar tantas sensaciones sería difícil si solo las
sintieras en ese momento, pero no, aún lo tienes dentro, aún lo sientes, tienes
ese sabor en los labios que te encanta, que te hace pensar que es imposible.
Hace sólo quince minutos que se ha ido y ya te sientes vacía, ya te falta. Ya me
faltas.
Gratificante. Es la construcción más bonita que he visto
nunca, nuestra creación, nuestro castillito de luz; y advierto, sólo tiene los
cimientos, y cuando eres feliz, es bonito poner cada día un nuevo ladrillo, y
saber que son fuertes esos cimientos, hacerlo alto, con un torreón, con enormes
ventanas que me dejen ver la claridad de tus ojos todos los días.
Mágico. Eso quiero, sentirte cerca siempre, que la luna se
rinda a nuestros pies y reírnos juntos del tiempo perdido, sabiendo que de
ahora en adelante todos los minutos nos parecerán eternidades si no somos dos.
Sin embargo, el tiempo vuela con el bocado de tu cuerpo.
Increíble. ¿Los mejores 5 días de mi vida?, no, no quiero
osar a ponerlo a tan bajo nivel, no lo dejaré en un simple “me lo he pasado muy bien”, ha sido como romper los esquemas, romper con todo, bailar con el mar,
con las olas, con el olor del amanecer, tú y yo.
Dulce. Perdóname si soy cursi o pastelosa, incluso a veces
demasiado tonta, pero te quiero, y quiero que vuelvas ya, que no me canso, esto
no es subir al cielo, es estar en otra dimensión, o como tú dices, es un
constante colocón, sumergirme en tu pecho, en tu espalda, en tu risa, en tu
pelo.
Placentero. Dime cuánto, ¿cuánto darías por que en este
momento se fundieran nuestros cuerpos al emanar agua de la ducha?.. ese
cosquilleo, el saber que estás ahí.
Eterno. Cinco días surcando el cielo a tu lado bastan para
saber que quiero enredarme en tus silencios y tus sonrisas para siempre, para
determinar que estaba escrito. Que si tú me dejas, voy a regalarte mis mejores
amaneceres, noches de encaje, y tardes de huidas ajenos al mundo.
Rescatado. Si, se había ido todo para los dos, ya ignorábamos
la ternura y le dimos la espalda al dolor por amor. Pero ahora, para mí, sí se
ha ido todo de verdad, porque sólo tú haces que me tiemblen las piernas, que me
invada el efímero cosquilleo en el estómago cuando te veo, que me vea capaz de tocar el cielo de puntillas.
Esperanzador. Has llegado, me has rescatado, y ahora puedo
ver sin las gafas del rencor, sin el sabor amargo del desengaño, sabiendo que
puedo confiar en ti aunque no estés aquí, porque sí, siento que tú también lo
sientes, que también me echas de menos y que si pudieras romperías la distancia que nos separa y saciaríamos nuestro hambre.
Vacío. Cuando te vas, sólo cuando no estás.